domingo, 30 de marzo de 2014

Fulano Rock // Cascote // Jardín del Parque




 Hacia finales de la última dictadura, había pocos espacios para la militancia social. No había colegios secundarios en los barrios de José C. Paz, tampoco clubes. Las sociedades de fomento se limitaban a reparar veredas y organizar kermeses. Los grupos juveniles de las iglesias, que trabajaban en los barrios marginados, estaban entre los pocos espacios que tenían los jóvenes para expresarse. En el grupo juvenil "Amor y Paz" del barrio Parque Jardín, Luis Godoy de 17 años estaba a cargo del boletín informativo. Llegaron a salir dos números, al tercero se lo rechazaron. "Ya empezaba como a delirar mucho -se ríe Daniel Godoy-. A poner opiniones, pareceres. Porque cuando uno es pibe tiene cierta impunidad y puede decir un montón de cosas. 'Total lo dijo un pibe'. Cosa que a la iglesia no le cerraba mucho. Estaba todo bien con el informativo, pero donde se vertían transgresiones... Esto era 1982, los últimos días de la dictadura y se venia la primavera alfonsinista. Mucho no le cerró a la iglesia, y yo ya había encontrado los mecanismos para hacer una revista". Con otros pibes decidió realizar su propia publicación. La llamaron Fulano Rock: "El N.N., el fulano, el mengano, ese que no tiene identidad pero siempre es una referencia. El Fulano Rock. Tenía apellido, que era el rock."
Jorge Godoy (sin parentesco con Daniel) también era parte del grupo juvenil "Amor y Paz", y se sumó a la revista como dibujante. "En una de las tantas veces que me tocó hacer dibujos para la iglesia, ahí nos conocimos con Daniel. Me dijo si quería ayudarlo a hacer una revista. Era una cosa rara, pero me parecía buena. Y empecé a hacer los dibujos. De chico ya me gustaba dibujar, y por un problema de salud no tenía otra cosa que hacer. Yo soy de San Luis, de Villa Mercedes. Y como dibujaba bien me llamaban de todos lados. Y cuando vine a Buenos Aires seguí haciéndolo. Pero era siempre un juego, nunca fui a estudiar". Jorge tenía un libro sobre periodismo e imprentas, y les dio una idea sobre como diagramar la revista. "Mientras hacia mi trabajo, hacia las cosas para la revista -continúa Jorge-. Todavía tengo un bolsito que tiene 300 millones de años que lo compramos en una feria. Ahí llevaba la carpeta con todo lo que iba haciendo para la revista".
Ramón Gómez, del barrio Las Acacias, solía ir seguido a ver recitales. Gracias al Festival Pan Caliente, descubrió la publicación de Pistocchi que difundía el rock subterráneo. Por amigos en común del barrio, conoció a Daniel Godoy, quien le comentó que quería hacer una revista.  "Era la época del proceso, todavía estaban los militares -cuenta Ramón Gómez-. Todavía era mirado medio de reojo todo lo que tuviera que ver con el rock, por el tema de las letras. Y la gente siempre busca algo oculto. Lo desconocido te interesa, dicen. Tenía aceptación porque tenía notas a grupos que eran desconocidos. Sobre todo en los chicos, porque ese tipo de información no salía en las revistas. No estaba el Si de Clarín. Nosotros éramos un nexo entre la gente y esas cosas". Junto a su primo Alberto Portillo que vivía en Capital, salían los fines de semana a ver bandas: "Íbamos a ver recitales de rock, en clubes o en el centro, no tan difundidos como ahora -continúa Ramón-. Con el hecho que hacíamos una revista de rock, nos enganchábamos para hacerle notas a los artistas que íbamos a ver. Generalmente había buena onda, a lo mejor ahora tenés una estructura mas grande y es mas difícil hacerlo". Ramón Gómez y Alberto Portillo aprovechaban esta cercanía para entrevistar a los músicos y reseñar los recitales a los que asistían.

Fulano Rock traía cuentos, poesías, y entrevistas a diversos artistas de la región, quienes podían ser músicos, artesanos, bailarines o actores. En la zona estaba floreciendo la movida cultural, como resultado de la primavera alfonsinista. "Esas primeras revistas también apuntaban un poco al clima bélico que se vivía -explica Daniel-. Salíamos de Malvinas, con los ex-combatientes. Y salíamos de la dictadura, con la gente que había sido torturada, desaparecida, perseguida. El tema de la paz era un tema que estaba ahí, muy fuerte."

La revista se hacia por fotoduplicación, en imprentas de San Miguel y José C. Paz. “No teníamos noción de cuantos ejemplares se podían hacer. Del primer número salieron mil ejemplares, de los cuales vendimos 40 -se ríe Daniel Godoy-. Los otros 960 los empezamos a regalar. ¿Qué íbamos a hacer con tanto material, si inclusive los costos nos jugaban en contra? Después nos empezamos a dar cuenta que teníamos que editar 300, 200 números, para movernos mejor, o para que los costos se justificaran." Gracias a los números regalados, contactaron a varias bandas de la zona. La intensión de la revista era contar la actividad de los pocos grupos locales que había en ese momento, como Barrio, Témpano Solar, Unimog, Alambre de Púas, Candor (una agrupación de candombe), o un grupo de chicas llamado El Jardín de la Alhambra. Jorge Godoy veía complicado el crecimiento de los grupos: "Eran pibes que tenían muchas intenciones, pero no era como ahora. Hoy grabas un demo, haces copias y lo vas presentado. Antes era muy difícil, había grupos muy buenos, pero quedaban ahí". En la publicación también entrevistaban a músicos nacionales consagrados, como Javier Martínez, Pastoral, Moris, León Gieco, Willy Quiroga & Destroyer, Raúl Porchetto, o Miguel Mateos. Incluso a Serú Giran, uno de los grupos favoritos entre los integrantes de la revista: “A los cuatro miembros les hicimos reportaje -recuerda Daniel entre risas-. El único que no nos dio la nota fue Pedro Aznar. Pero bueno, se lo perdonamos a la distancia y al tiempo".

Cuando Fulano Rock comenzó a salir, no tenían referencia de otras revistas similares. Daniel se divierte al relatar su encuentro con otras revistas subterráneas: "Después empezás a descubrir que también en Palomar, que en Capital, que en Rosario, que en Salta, salieron. Pero una vez que ya estás en el rubro digamos. Muy lindas revistas, muy bien preparadas, pero las encontrás cuando vos vas por el número 8. Ya tenías el archivo que te condenaba". Daniel colaboraría con otras revistas de la zona, como "Ab Ovo" de Grand Bourg, y "Antimomias" de San Miguel.

"Lo que veíamos en la Pelo, en el Expreso Imaginario, y una que se llamaba Rock & Pop Superstar, es que eran muy solemnes. Hablaban de rock, pero siempre en una estructura fija. Supongo que por la misma dictadura que no podían bandearse mucho. Mutantia de Miguel Grinberg por ahí tenía algunas cosas. Donde uno se referenciaba era en las revistas Satiricón, y Humor Registrado, de Andrés Cascioli. Que eran las más transgresoras. Jorge Luz fue el primero que empezó a putear en la televisión. Y le cuestionaban: '¿Por qué insultás?'. Y él decía: 'Si un tipo es boludo, es boludo. No le podemos decir tontito, tarado'. Nosotros no teníamos esa solemnidad. El que era un hijo de puta, era un hijo de puta. Y se lo decíamos. El que era un boludo, era un boludo. Y se lo poníamos. Teníamos dificultades después para vender la revista. O con alguna publicidad que le metíamos para sostenerla. No les gustaba por el vocabulario que empleábamos. Y encima un léxico juvenil, todas las palabras que estaban de moda, estaban ahí. No había un corrector gramatical ni ortográfico ni de estilo. Lo que escribías, nadie te cuestionaba nada, se imprimía y se mandaba. Hoy miro las revistas, y eran un desastre. Imagináte, nuestra consigna era 'No nos importa nada, nos copa el rock'. Y era un poco ir para adelante. Lo que había y no pasaba con las revistas de las iglesias, era que podías escribir y opinar sobre lo que se te ocurriera. Las versiones de los pibes nunca eran muy felices con respecto a las instituciones, ahí se reflejaba todo esto. O sea que era un espacio de expresión. Cuando más adelante las vi, eran opiniones por ahí muy influenciadas por los medios. Pero era la cultura del momento. Los pibes repensaban lo que escuchaban. No había una línea editorial. '¿Conviene o no conviene?' Vamos para adelante, lo ponemos".
También criticaban a los partidos políticos, lo que les generaba muchas discusiones. "Es como si en el medio del campo tenés que poner una bomba de agua para montones de vacas -da como ejemplo Jorge Godoy-. Pones la bomba de agua y vienen todas las vacas, seria una cosa normal porque es necesario. Pero diferente es cuando te ponen 30 reflectores apuntando a lo que hiciste. Eso es lo que me molesta, hay tanto por hacer y ellos iluminan lo que hicieron. 'Esta la hicimos nosotros, ¿ves? Ahí está, lo hicimos nosotros'. Es una estupidez, apaga la luz y seguí haciendo. No hables tanto y hace. Reinauguran 30 veces la bomba de agua". Debido a su actitud contestataria, los integrantes de la publicación tenían problemas para conseguir trabajo en la zona.

En un momento empezaron a juntarse en el bar La Napoli, que estaba frente a la plaza de José C. Paz. Se acercaban todo tipo de personas de distintos lugares: "Del que más me acuerdo es de uno que se llamaba Roberto -cuenta Jorge Godoy-. El decía que tenía una biblia, y era una carpeta que había hecho con todos los conjuntos de rock de esa época. Y me acuerdo más porque de mascota tenia una piraña. El tipo tenia una pecera con una piraña adentro". Gerardo Reimers Ortíz, de la revista Antimomias, también era habitué del lugar: "Con Daniel nos conocimos en José C. Paz de casualidad (o no), ya que después se convirtió en un hermano del alma hasta ahora. Siempre consideré a Fulano una precursora en nuestra zona (descartando a Antimitomanía de Bella Vista que era más poética). En la Fulano yo colaboraba primero con alguna nota, después con dibujos, e incluso portadas. Y a su vez él escribía notas para la revista que yo tenia". En La Napoli también había ex-combatientes, y gente perseguida durante la dictadura militar. Se había juntado un grupo informal con muchas inquietudes. Así fue que empezaron a organizar recitales en diversos lugares, como el salón parroquial de la iglesia de José C. Paz, el bar La Napoli, el Club Porvenir, también alquilaban un galpón sin terminar cerca de la Av. Pte. Perón y Chile. San Miguel era el centro de General Sarmiento, y las bandas tocaban en el Club San Miguel, o en la plaza de barrio Trujui. Además de los de recitales de rock, también organizaban exposiciones de dibujos, artesanías, y obras de teatro. "Salían los artesanos con sus muestras, y se mostraba todo -explica Daniel-. Sea bueno o malo, estaba todo bien. No había filtros". Jorge Godoy se sorprende al recordarlo: "Se hicieron varias cosas, ahora es impensable. Todo tiene que pasar por la política, por la ideología. Todos tienen miedo que digas o hagas algo que no les cuadre, y ahí se corta el objetivo de la cultura". Estas actividades luego las comentaban en Fulano Rock.

La revista privilegiaba lo espontáneo y se armaba en el momento, cuando se juntaban en La Napoli: "En la mesa plasticola, tijerita, a veces alguien se animaba a llevar su maquina de escribir -cuenta Daniel-. Y si no escribías en tu casa, venías con la nota escrita, se corregía con lapicera, la pegabas, y la ponías. O sea que podía venir una nota toda escrita con maquina de escribir y con correcciones a lápiz. Y así salía, con la corrección a lápiz. Una tachadura, y arriba le poníamos lo que quería decir realmente, o como se escribía. Y así salían. Hoy en día muy bizarras, pero tenían toda esa frescura de aquella época. Cuando teníamos problemas, los dibujantes solucionaban todo. Se nos manchaba con una cerveza, enseguida hacían un dibujo y organizaban el original. Quedaba estéticamente aceptable. Fue toda una experiencia, los collages se armaban ahí. Acordáte que no había escuelas secundarias en los barrios, ninguno de los integrantes había pasado por la escuela secundaria. Séptimo grado y gracias. Y toda su experiencia en plástica empezaba ahí."

El núcleo de la revista eran Daniel y Jorge Godoy, con la colaboración de Ramón Gómez y Beto Portillo. Y bajo el rotulo de "guías espirituales", figuraban varias personas más dentro del staff: "Hay gente que si bien no tiene ninguna preparación en eso, vos le pedías algo y ellos te lo conseguían -cuenta Jorge-. O simplemente estaba al lado tuyo cebando mate, hablando. Por eso eran nuestros guías espirituales. Si uno no tenía alguien al lado se volvía loco y tiraba todo al diablo (risas). Entonces con ellos la pasábamos bien". Agrega Daniel: "Si bien no colaboraban explícitamente, por ahí estaban en la ronda del mate y se les ocurría algo, nosotros lo atrapábamos y lo volcábamos en papel". Algunos de ellos eran Charly Molina, José Sosa, y Roberto (el de la piraña).

La revista se vendía en colegios secundarios, plazas, recitales, y los diversos movimientos sociales que surgían. Una vez que habían recuperado el costo, las canjeaban con los artesanos, o las regalaban. Si se vendía mucha publicidad y quedaba algún excedente, se invertía en cerveza, o algún asado. "La publicidad se basaba en una cuestión de amistad, en conocidos que tenían negocios -detalla Daniel Godoy-. Y cuando esos conocidos veían el contenido de la revista, ya no querían saber nada (risas). Un auspiciante nuestro siempre fue Tilcara, en José C. Paz. Siempre estuvo desde aquel momento, y siempre fue auspiciante, no sólo mío sino de todas las revistas alternativas que salían."

Daniel considera a Tío Pablo, un bar que había en San Miguel, como punto de encuentro para toda la movida cultural que había ese momento: "Eso es un capitulo aparte. Fue la meca de todo loco delirante que había en San Miguel, José C. Paz, Polvorines y aledaños." En la zona se había re-activado la cultura, con centros culturales y escuelas de arte, y el punto de reunión de toda esta actividad era Tío Pablo. "Se sustituía la guitarra eléctrica por el charango. Éramos latinoamericanistas, empezaba la democracia". Uno de estos grupos que se reunía en el bar era el Movimiento Pro Casa del Arte, formado por escritores, poetas, pintores, dramaturgos, músicos, y artesanos. Los miembros de la agrupación  eran mayores que los chicos de Fulano Rock. Entre ellos estaban Fedorio Kowal, Claudia Giorgi, Mario Brizuela, Carlos Maidana, Graciela González Soler, y Nora Nani. En 1984 querían organizar el Primer Encuentro Nacional de Poetas de General Sarmiento. Para recaudar fondos, organizaron varios recitales. Trajeron a Teresa Parodi, Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana, Mario Arnedo Gallo, Vitillo Ábalos, entre otros. Allí se notaba el contraste con los chicos de Fulano, que venían de organizar recitales de rock con bandas locales. Diferencia generacional, política, y de estilo, que daba como resultado un grupo diverso que se complementaba.
Con mucho esfuerzo lograron que la municipalidad de General Sarmiento les dé alojamiento y pasaje para algunos poetas que venían de las provincias. Los chicos de Fulano buscaban en la terminal a los artistas, conseguían alojamiento, comida, organizaban los eventos, vendían las entradas, hacían pintadas. Iban a los sindicatos a pedir camas, colchones y sabanas, y en los mayoristas buscaban donaciones de comida. Los mayores organizaban la conducción, y los jóvenes ejecutaban. Para el encuentro trajeron poetas del interior como Héctor David Gatica, Alfonso Naciff, Raúl Carmona, Ramón Ayala, Marily Morales Segovia, Juan Carlos Martínez Alva, y Nora Bruccoleri.
En el encuentro Daniel conoció a Marcela Encino, actriz y directora de teatro. Hace casi 30 años que están casados.

Todo este movimiento los influenció para pasar del rock a la poesía. Fulano Rock llegó a editar unos 12 números  Con los mismos integrantes armarían la revista Cascote, con importantes influencias literarias. "Íbamos a cascotear todo lo que se nos cruzara", la define Daniel Godoy. "Fulano Rock, como dice, es más del rock, se metía mucho con esa onda -agrega Jorge-. En cambio Cascote era la intensión de abrir mentes, por eso se llamaba Cascote. Hablar de cosas que no se hablaban. Más a los chicos, a los jóvenes en general. Hoy en día creo que los pibes están bastante desinformados en montones de cosas, y la información que les llega no es muy sana. Les llega toda la información terminada sin que ellos reflexionen sobre las cosas. Los chicos antes eran más curiosos, y por eso se prendían con la onda nuestra, por curiosidad. No sé si logramos algo, pero alguna gente se acuerda, por lo menos en el barrio alguno se acuerda." Cascote tenía una orientación política más clara, con críticas a la cuestión social y cultural. Sin tanta informalidad, más especifica y cuidada en la producción, con una base literaria fuerte. Gracias a los contactos del encuentro, realizaron intercambios con poetas y escritores del interior. Además de poesía, hablaban de las necesidades del barrio, como tener asfalto, una salita de primeros auxilios, y una seccional cerca. También traía información sobre el gran movimiento teatral que estaba surgiendo en General Sarmiento. En la publicación había varios colaboradores que iban rotando. Susana Fantini de la revista Av Obo, por ejemplo, aportaba artículos de temática social, como el inicio de la democracia, la participación política, y las marchas.


Con la revista, Daniel intentaba dar cuenta de como era la vida en su barrio: "Teníamos un problema nosotros. No éramos provincianos, pero tampoco éramos porteños. Entonces teníamos una indefinición geográfica. No tenemos los mismos servicios que Capital, y no estamos en el medio del campo como en la provincia. Con lo que siempre jugamos. La crítica al transporte público de pasajeros, los servicios que no llegan, la corrupción, el clientelismo político, todo eso que impera en el conurbano. Que también impera en las grandes ciudades, pero que se potencia en el conurbano, que no tiene las mismas líneas que las políticas nacionales. Si yo miro las revistas, veo que siempre va a estar reflejado eso. Críticas en pos de un mejor territorio."

Junto a otros artistas de la zona, colaboraban en festivales organizados por el movimiento "Buen Viaje", dedicado a la recuperación de jóvenes que tenían problemas con las drogas. Siempre que tenia oportunidad, Jorge Godoy se acercaba para participar: "La década del 80 fue difícil, para todos. Ya aparecía la droga. Se hacia lo que se llamaba 'Los Galpones'. Se trataba de atraer a los chicos que estaban en la marginalidad. Que ahora ya son millones, pero antes había lugares focalizados. En ese lugar se les hablaba. A Daniel le gustaba mucho eso. Yo trabajaba, y cuando podíamos coincidir, íbamos. De ahí sacábamos historias". Sobre la cuestión de la droga, Jorge aclara: "Eso no ocurría antes, y si ocurría eran los que tenían plata. Aquellos que habían viajado por el mundo, se habían contaminado en cierta forma, mentalmente. Y lo potenciaban, pero en su ambiente. Ahora el que más consume es el pobre. ¿Por qué? Porque de esa forma logran aplastar definitivamente el futuro de la juventud". Agrega Daniel sobre el tema: "La adicción era más pecaminosa a la vista de la gente. Fumarse un porro hoy en día, nadie te cuestiona nada. Se fuma en lugares públicos. Pero en ese momento era muy clandestino fumarse un porro, clavarse una pepa, darse un saque de coca. Los cuestionamientos eran morales". En Cascote ironizaban sobre estos temas.

Se les complicaba mucho a Daniel y a Jorge poder financiar la revista. Para lograrlo realizaban distintas changas, como tallar artesanías, o cocinar rosquitas. De la fábrica de pan del padre de Daniel, rallaban las sobras. "Pan Rallado con Pan Duro" era la marca que habían inventado. Hacían todo lo que estaba a su alcance para sacar la revista. Cuando no juntaban lo suficiente para hacerla por imprenta, la fotocopiaban.

La vía pública también era un espacio de expresión para los miembros de Cascote. En las paredes hacían un dibujo de fondo con ferrite, y le agregaban poesías. También realizaban pintadas con contenido político. Todo de manera casi clandestina, ya que todavía existía un miedo que venia de la época de la dictadura. En la plaza de San Miguel pintaron con plasticola versos de las poetas que venían del interior.

En esa época Daniel se acercó a la revista literaria La Tinaja, para ayudar a Fedorio Kowal con la edición. Cambiaron el formato de la revista, buscaron publicidad y la empezaron a vender por adelantado, ya que Kowal invertía su sueldo sin recuperar los costos. Daniel también ayudaba a financiar la correspondencia, debido a que llegaban hasta 200 cartas de poetas del interior y del exterior con los que La Tinaja hacia intercambio.

De la revista Cascote salieron 6 números. Cuando se casó, Daniel pasó a tener otras preocupaciones: "Deja de salir cuando se diluye el grupo. Como vos no vivís de eso, tenés que dedicarle tiempo, y a veces te distraes con otras cuestiones económicas. Pero siempre como está el espíritu, volvés. Ya volvés renovado con otra gente. Y como no están los integrantes anteriores, cambias de nombre". Jorge Godoy también se casó, siguió trabajando, y dejó de dibujar. No volvió a participar en otra revista: "Si un hombre a los 20 años no quiere cambiar el mundo, es un boludo. Si a los 40 sigue con la misma idea, es más boludo. Porque solo no puede hacer nada, si no están todos en la misma tenés que seguir tu camino. Y dejar que alguien de atrás lo siga. Por eso dejó de salir la revista. Ahora ya no hay la frescura de la juventud de querer decir y hacer. Generalmente esta inducida por algún ideólogo o ideología, nunca por espiritualidad sana que salga espontáneamente. Como los hongos, que no sabes que carajo pasó pero aparecen ahí. Ese tipo de actitud, de aparecer de repente. Está todo inducido, manipulado. Y si aparece un movimiento así, siempre hay alguien que lo quiere orientar para su lugar. La juventud tiene que ser intuitiva, sin inclinaciones. Tiene que ser autentica".

Durante un breve periodo, Daniel editó "Ya voy loco" por su cuenta. La idea era convertir la revista en un medio de subsistencia, usando los ingresos de la publicidad y la venta. Pero el proyecto no funcionó, y sólo se editó un número.

En 1986 se realizó un encuentro de poesía aún más ambicioso que el anterior: Fue la Primer Bienal de Poesía Sudamericana de General Sarmiento. Había poetas invitados de Uruguay, Chile, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Brasil. Este movimiento despertó en Daniel el deseo de crear una publicación literaria más explicita, centrada en la poesía. La llamó "Nicarnos": "Era de Comu-Nicarnos. Ponerle el Comu a Nicarnos", explica Daniel. La hacia junto a Marcela Encino, e incluía colaboraciones de los poetas que había conocido en la Bienal. Salieron 5 números

Si bien estaba casado, Daniel seguía con la militancia en su barrio. Con la llegada de la híper-inflación, la situación en Parque Jardín se complicaba aún más. Era el epicentro de los saqueos y la problemática social del 89. Esta situación se reflejaría en su siguiente revista: "El Jardín del Parque". La hacía con un grupo de personas del barrio, con mucho contenido político, y como todas las revistas en las que participó Daniel, siempre con una cuota de humor e ironía. Sin embargo, el proyecto no prosperó.

Cuando "El Jardín del Parque" dejó de salir, Daniel se focalizó en la presentación de su primera novela: "La Pluma de Cervantes". Se editó en 1994, y la realizó dentro del grupo A.D.E.L. (Asociación de Escritores y Lectores de Gral. Sarmiento). Con otros 20 escritores formaron el "Circulo XXI". Todos los miembros aportaban una cuota mensual, y se sorteaba a quién le tocaba editar ese mes. Cada 30 días publicaban un libro, con todos los trámites de propiedad intelectual e ISBN ya preparados de antemano. La novela de Daniel retrataba la vida en los barrios del conurbano en la década del 90, con la crisis social y la hiperinflación.

Cuando Daniel conoció a Miguel Ángel López y Alejandro Méndez, decidieron resurgir "El Jardín del Parque".  A Alejando Méndez lo conoció militando en el Partido Comunista. "Marcela Encino y Daniel Godoy son las personas más bohemias que conocí, incluso hasta el día de hoy", comenta Alejandro sobre sus compañeros de la revista. Rápidamente se sumó como dibujante. Había estudiado dibujo artístico y publicitario por un corto periodo. "Casi todo lo hacía Daniel Godoy, y era todo hecho en forma MUY artesanal, no teníamos maquina de escribir eléctrica -relata Alejandro-. En esa época ni hablar de computadoras hogareñas, no cualquiera tenía. Todo se hacia con una pequeña maquina de escribir mecánica, recortes, y muchas fotocopias. Daniel escribía notas, poesías, Marcela también escribía poesías, Miguel notas mas políticas, y yo tenia a mi cargo la parte de los dibujos, que no eran muy buenos que digamos pero lo hacía con ganas y entusiasmo. Recuerdo que dibujaba una tira llamada Anahel ('casualmente' como también se llamaba la hija de Dani), se trataba de una especie de Mafalda del conurbano. La revista tenía publicidades de negocios del barrio (almacén, quiosco, FM), cuyos auspicios los conseguía Daniel, y él mismo también distribuía la publicación casa por casa".
Miguel Ángel López también se sumó a la revista a través de la militancia: "Conocía a Alejandro Méndez porque vivíamos en el mismo barrio, y yo había empezado la militancia política en el MAS. Él estaba en otra vertiente, cerca del PC, y allí conocimos a los demás. Pero nada tenía que ver la militancia de nuestras agrupaciones en el sentido político, pues esta no era parte de la militancia partidaria, aunque el PC colaboraba con el papel de la revista. Nadie nos bajaba línea, hacíamos lo que creíamos, y publicábamos lo que queríamos". Anteriormente Miguel Ángel había colaborado en "La Tinaja", y también en una revista comercial haciendo grillas y crucigramas. En "Jardín del Parque" se encargaba de escribir notas políticas. Marcela Encino por su parte, colaboraba con poesías, artículos, y una columna sobre la vida de la mujer del conurbano, sus características y sus dificultades.

La revista traía notas políticas, poesías, e historietas. Tocaban temas sociales y políticos, nacionales o barriales, que afectaban a los vecinos de Parque Jardín. Traía críticas constantes al gobierno liberal, con el humor y la ironía siempre presentes. La publicación estaba influenciada por la revista "Cerdos y Peces" y el estilo de escritura de Enrique Symns.
Tenía una tirada de 500 ejemplares, que se financiaban con los anunciantes del barrio y la venta de la publicación. La repartían casa por casa, porque ya tenían clientes que esperaban la revista.

El grupo decidió hacer un programa de radio. Eran los mismos integrantes de la revista, con el agregado de Alicia Encino, hermana de Marcela. "El Lado Oscuro del Diamante" se transmitía semanalmente por FM Diamante de Parque Jardín. Hacían radioteatros, entrevistas a políticos, músicos, editores de libros, y personajes callejeros. Todo con la temática barrial y local siempre presente. Daniel Godoy intentaba reflejarlo incluso en los guiones: "Transcurría el romance en el 440 de Parque Jardín. Alguien se levanto una mina porque se la apoyo en el colectivo. Y ahí comenzaba la historia de amor". Miguel Ángel López da una descripción del programa: "Pasábamos noticias nacionales y locales, donde el humor ácido e irónico era lo latente. La música era seleccionada por Alejandro Méndez, que traía las novedades del mundo musical. Además siempre había un espacio al radioteatro y demás delirios. Hacíamos reportajes callejeros al mejor estilo de los noteros de hoy, y pasaron Zamora, Chacho Álvarez, Néstor Vicente, y muchos más. Íbamos a las marchas".
En cuanto a la música, Miguel Ángel López conseguía discos de muchos grupos que recién surgían: "Mi hermano trabajaba en Cemento, él era representante y tenía tres viernes de Cemento por mes. Imagináte que todas las bandas les traían demos. Es por eso que mucha música que pasábamos en la radio era inédita. De todos modos el musicalizador era Alejandro Méndez, que siempre traía música nueva que no sé donde conseguía".

La Asociación de Oyentes “Sin Anestesia” les otorgó un premio a la pluralidad democrática. Daniel tiene una anécdota sobre el día de la entrega: "Cuando nos dieron el premio, el que lo entregaba era Eliseo Subiela. Y nos dice: 'Mirá que nombre más sugestivo, El lado Oscuro del Diamante'. Está bien, estaba sacado del Lado Oscuro de la Luna de Pink Floyd. Pero yo siempre jodo que le inspiramos el nombre a El Lado Oscuro del Corazón".

Cada tanto se las ingeniaban para armar una radio abierta. Conseguían parlantes, equipos, hacían un enlace con FM Diamante, y transmitían desde la casa de algún vecino que les prestaba el lugar. El programa salía de 17 a 19hs, e invitaban a la gente del barrio, las cooperadoras, las sociedades de fomento, las uniones vecinales, referentes de pueblos originarios, agrupaciones de derechos humanos, y los distintos movimientos sociales que había en la zona.
También organizaron un concurso de poesía en los colegios secundarios de la zona. Fedorio Kowal era parte del jurado, y las poesías ganadoras se difundieron en la revista y el programa de radio.

Por su constante actitud de ir contra lo establecido y lo solemne, tuvieron inconvenientes en FM Diamante. Después de un año en esta emisora, pasaron a otra FM de San Miguel, y el programa pasó a ser "El Lado Oscuro".
Daniel veía como estos inconvenientes disolvían al grupo: "Se terminó el programa de radio en FM Diamante, después fuimos a otra radio. Comenzó a desgastarse este movimiento. Y las necesidades económicas empezaron a ser mayores. La situación de cada uno hizo que cada vez nos podamos reunir menos, se fue desgastando la relación, y dejó de salir la revista. Como que se completó un ciclo". De "El Jardín del Parque" salieron casi 30 números.

Daniel Godoy y Alejandro Méndez editaron "La Estufa", publicación fuertemente influenciada por Cerdos y Peces. "La Estufa pretendió ser una revista provocadora, pero fue un fracaso, no le gustó ni a los vecinos, ni a la gente del PC, donde militábamos la mayoría de los que la hacíamos", afirma Alejandro. "Era un delirio absoluto, te reventaba la cabeza -explica Daniel-. Era escribir lo que se te ocurra". Si bien duró un solo número, tuvo fuerte repercusión entre sus lectores. 


Por su parte, Miguel Ángel López luego escribiría artículos de temática política para diarios de Pilar y Munro: "Hace algunos años me pidieron colaborar en un periódico de Vicente López y la verdad, me sentí mal, no podía escribir. Es que había dejado mucho tiempo esa actividad, y no me salía nada. Un horror. Tal vez por eso hice personajes en Facebook. Primero Johnny Garcho, un anarco que se metía en todos lados. Y después a Perdoname Freud, pero tuve problemas maritales (risas), y lo tuve que cerrar. Pero allí hice notas, poesías, etc., que me volvieron a traer a ese mundo maravilloso".


En 1997, Daniel Godoy participaba del grupo de jóvenes V.O.S. (Vemos Otra Sociedad). Con chicos marginados del barrio, organizaban campamentos, talleres de pintura, literatura, y ciclos de debate. Tenían su propia revista llamada "Mañana Vemos". Salía cada tres meses, y en ella contaban las actividades que hacía el grupo, y el panorama social del barrio. Se editaron tres números.
En V.O.S. también había un grupo de muralistas, que pintaba las paredes del barrio con creaciones de los mismos chicos. Además modificaban las pintadas políticas. "Había que defender las paredes. Vos haces un mural, te mataste tres días. Venían y te pintaban encima, que se yo, 'Aguante Ishii', y fuiste con tu obra de arte. Entonces teníamos que buscar, ver la forma de expresar lo que queríamos poner nosotros. La misma banda salía y pintaba. Como pintaban los partidos políticos con su ferrite, nosotros salíamos también. Duraban muy poco tiempo, la primera lluvia lo borraba. Hasta que descubrimos que el gasoil lo sostenía un poco más. Hacíamos la pintada con ferrite, y atrás gasoil, para que dure dos meses ponéle. Y les competíamos a los políticos. Que sé yo, 'Fuerza Fulano', y le sacábamos la Z. Cosas por el estilo".

En esta época también editó la revista "Quimera Buenos Aires", junto a Fabián Manzano y varios colaboradores. Con un perfil más literario, la publicación traía poesías y cuentos, y se distribuía en los colegios secundarios de la zona. Pero después de dos números, la situación económica del país les dificultó avanzar con el proyecto. "Era una cosa como para despuntar el vicio, de uno que no se puede quedar quieto -explica Daniel-. A pesar de la crisis económica, uno tenía que poner su sello social en algún lado".


A finales de la década, con Horacio Juárez editaron "Necrópolis", unitario focalizado en la muerte de José C. Paz: "Considerábamos a la ciudad muerta. Eran los finales de la era neoliberal, 2000-2001, y nadie decía nada. Todo se venia encima, se derrumbaba, y todo estaba muy quieto. Después estalló. Pero no había movimientos sociales muy elocuentes, se había despolitizado mucho. Nosotros veíamos la ciudad como un gran cementerio, que todos callaban. Por eso era Necrópolis, ciudad de los muertos".


En el año 2006, dentro de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Daniel participaba en La Bemba. Era una agrupación que organizaba charlas debate y grupos de estudio dentro de la Universidad. Y armaron "La Bemba en Papel", una revista con notas estudiantiles y humor, centrada en cuestiones de la UNGS. La ironía se dirigía a la estructura orgánica de la institución, cuestionando su funcionamiento y las carreras. De esta publicación salieron 6 números. "La Bemba" luego se convirtió en "La Mecha", una agrupación más interesada en la actividad política.

Daniel también tiene un libro de poesía que se editó en 1998, llamado "La Estatura del Silencio". Es una edición fotocopiada, financiada por la Fundación Monseñor De Narváez, de Morón (un movimiento de lucha contra la drogadicción).
También participó en dos antologías: una de cuentos de General Sarmiento, y otra editada por la Organización Escolar San Miguel.
Actualmente tiene dos libros sin editar. Uno de cuentos llamado "El Último Tren a la Fortuna", y la novela "Corsarios del Rio de La Plata".

Durante los 90, Daniel aprovechó que él era escritor y su esposa y su hija eran actrices, para crear obras de teatro que podían vender en los colegios de la zona. Junto a Marcela Encino armaron "Viva la Huerta". A pedido de su hija, Daniel escribió "El Día de los Garbanzos" para una muestra. Con esa obra actuaron en diversos teatros y colegios. Escrita por Daniel en el 2000, "Salta - José C. Paz" contaba un viaje desde el Norte hasta esta ciudad. Era una excusa para contarle a los chicos la historia de José C. Paz. Para la escuela de comedia musical de Julio Boca, escribió "La Chancleta TV". También le pidieron que hiciera una adaptación llamada "La Madriguera", de una obra colombiana de 1930. La idea era que adaptara los localismos, pero realizó tantos cambios que la obra terminó siendo distinta. Otra obra fue "Los Silencios", que se interpretó en José C. Paz. Además escribió monólogos para "Radiofotografía de un largo viaje del limbo a La Plata", y sketchs para obras de stand up. Incluso radioteatros, como "Tanguito" para FM Sol de Los Polvorines, donde también se animó a poner la voz.

Actualmente Daniel Godoy participa en "Zona Urbana", el programa de urbanismo que se transmite por Radio “La Uní”, la emisora de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Dentro de la Universidad también escribe una columna para “Armar la Ciudad”, la revista digital de la Licenciatura en Urbanismo. En el Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FINES), enseña económica, urbanismo, y ciencias políticas. También participa del programa educativo "Envión", que apoya a chicos de barrios carenciados para reinsertarlos en el colegio, o para evitar que lo abandonen.
Siempre que tiene la oportunidad, les da una mano a sus alumnos para que armen una publicación. Los incentiva a que escriban sobre lo que les gustaría leer. Que tengan pensamiento crítico, y analicen los discursos que reciben. Y que vuelquen lo que opinan en su propia revista. 

3 comentarios:

  1. Impresionante trabajo del archivo subterraneo. Muchas gracias. Sos un groso Gustavo

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  2. Extraordinario laburo, cuántos recuerdos de aquellas épocas. Mis felicitaciones.

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